El Rey León
Hace poco, Santy, Aino y yo nos mudamos a una nueva casa. Nuestra casa. La esperamos mucho tiempo y creanme que tuvo sus vicisitudes en el proceso de creación. Incluso, hubo mucho de mi auto observación que tuvo que ver con la casa, mi útero y las gestaciones de mis hijos. Así que considerando la totalidad de ésto, puedo decir que llegó en el momento perfecto.
Ahora bien, el punto de éste post no es reflexionar sobre mis trabajos con mi propio inconsciente y terapias, sino compartir la sensación de estar en contacto con lo simple.
Es la primera vez en mi vida que vivo en un lugar a ras del suelo, de la Tierra, que no tengo que subir escaleras. Eso es un movimiento increíble para mí, es una posibilidad diaria de conexión con Madre Tierra, todos los días, en el pasto de mi casa.
Aún no está todo terminado, aunque ya es un lugar habitable. Eso hace que muchas cosas se hagan en “modo camping”, por ejemplo, cocinar. Una ollita (eléctrica en éste caso), jarra de agua caliente para el mate y no necesitamos mucho más. El “modo camping” también me súper conecta con lo simple, con Madre Tierra, con la sencillez de algo mucho más fuerte de lo que voy a hablar en los siguientes párrafos.
El segundo día o tercero, se me rompió la tele. No era que la estábamos usando tanto, pero si estaba disponible, la usábamos. Pasaron unos días sin momentos series cuando Aino se dormía, pero luego conseguimos prestado un proyector para poder ver Carnaval ni bien arranque. Lo inauguramos viendo una peli: El Rey León. Aino dormía, un rato en el nidito, otro rato en mis brazos. Santy cocinó unas papas fritas en modo camping en el jardín y yo cebaba mate. Cuando empezó la peli, me emocioné, cuando empezó… sí, apenas pusimos play y empezó a sonar la música. Me acuerdo que esa peli la fui a ver en los 90 con mi mamá al cine en unas vacaciones de julio. La recuerdo llorar cuando murió Mufasa y yo no entender mucho sinceramente.
Ahora estaba siendo madre de Aino, viendo el Rey León que había visto de niña, y aunque ella no la estaba mirando per se, la tenía en mis brazos, y de alguna manera pude sentir dos cosas súper lindas: primero una especie de portal que unió pasado y presente en ese mismísimo instante. Por otra parte, miraba a mi alrededor y no podía bajar la intensidad de la sensación de gratitud que estaba teniendo, por la familia que creamos con Santy, por haber sido portal de dos almas, por la permanencia de Aino en éste plano, por sus caritas y todo ella… por quedarse tranquila y segura en mis brazos y en los de su papá. Esa sensación me maravilla cada vez que la encuentro en mi cuerpo.
Ahí estaba, viendo El Rey León y excedida de gratitud por lo cual a veces, me perdí un poco con la peli.
Me encontré plena y millonaria de simpleza…
Y pasito a pasito, seguimos construyendo hogar.
✨Enya✨